jueves, 22 de noviembre de 2012

CARMEN SE VA A DORMIR (Elizabeth)

[...] Estuvo tentada de dejar que suene pero a último momento cambió de idea y contestó con voz de alguien a quien acaban de despertar… “hola”.
Era Paulina una amiga medio loca que siempre tenía ideas traídas de los pelos [...]

Un martes terrible para Carmen Estévez. En el Supermercado, desde las 9 de la mañana, tratando de no equivocarse con las cuentas y los vueltos porque los errores…¡los pagan los empleados! Y el trabajo hay que cuidarlo porque a los 46 años no es fácil encontrar ocupación. La diferencia de hoy fue de 27 pesos con algunas monedas pero después de un control donde la ayudó Mabel, pudo emparejar y quedó abajo con cuatro pesos y centavos misérrimos.
Recalentó una bandejita con 2 empanadas de carne que había traído del super, las comió con pocas ganas y tomó un insípido jugo de ananá con soda. Puso la pava para hacer un té de hierbas digestivas y acarició al gato de pasada, mientras Franco (se llamaba así el felino en recuerdo de un novio extraviado de Carmen) estaba despatarrado en el único sillón del monoambiente del barrio de San Cristóbal.
Hoy no quería perderse a Tinelli porque debutaba La Sueca y entonces, descalza y con la taza de té a un costado, se dispuso a disfrutar de la …¿Por qué la llamarían “la caja boba”?
Fue apoyar el culo en el sillón cuando sonó el teléfono…
Estuvo tentada de dejar que suene pero a último momento cambió de idea y contestó con voz de alguien a quien acaban de despertar… “hola”.
Era Paulina una amiga medio loca que siempre tenía ideas traídas de los pelos.
-¿Qué te pasa? ¿Te desperté? – inquirió con cierta impaciencia.
- No. Estaba por irme a dormir… Carmen decidió mentir porque temía que su amiga se mandaría uno de estos sermones sobre los programas de alto rating en TV. El decir mentiritas inocentes para no perder imagen a los ojos de sus amigas se había hecho un hábito con Carmen. Paulina era la más hinchapelotas en esto. “¿Para qué te interesa tratar de quedar bien con gente con la cual no compartís nada?” – le había preguntado una vez. Pero Carmenó por no tratar de explicar que lo que más temía era quedarse sola, sin siquiera aquellos con quienes tenía tan poco en común. Es que la mayoría de sus amigas de la secundaria que tenían formas de pensar parecidas a las de ella ya se habían casado y tenían hijos y mantenían charlas superficiales sobre cosas que merecerían un trato más serio. Y así el vínculo que tenían en el colegio se rompió.  
- ¿A dormir? ¿A esta hora? Medio mundo está revuelto. Venite. Te espero en Olivos donde la otra vez. No te podés quedar durmiendo…
Por no contrariar a su amiga más que por otro motivo, Carmen salió a la calle. Caminó las 5 cuadras hasta el 12 que la dejaría en Pte Saavedra. Desde allí hasta el lugar indicado la llevaba casi cualquier bondi. Dormitó un poco en el viaje y se reprochó a sí misma por haberse dejado sacar de la comodidad de su departamentito. Por Plaza Italia empezó a escuchar gente caminando, voces que le sonaban familiares. “Me debo estar volviendo loca” pensó. A la altura de Plaza Italia algo le llamó mucho la atención porque era demasiado: todo el mundo parecía estar afuera, la calle parecía una procesión de gente, los vecinos dejando subir los autos a la vereda, con gentileza, tratando de que todos puedan estacionar, filas de personas pasando entre los autos. Ya cerca de su destino, bajó del colectivo y caminó por Maipú y cada vez estaba más sorprendida: vio la avenida cortada con gente de lado a lado. Delante suyo iba un matrimonio con una chica de uno 10 años. La nena decía:” Viste? Viste mamá, hay que salir para que no nos grite más por la televisión!”
Dejó pasar varios colectivos que la podrían haber dejado en Valkiria y Caminó hasta el centro de Olivos, gente de lado a lado. Ningún cántico, ruidos y aplausos. Carteles hechos a mano, algunos muy ingeniosos. Lamentó no tener un celular de los que tienen una cámara de fotos. Los carteles decían: no a la re re, no te creemos, no te vayas primero arreglá el kilombo que armaste, somos constitucionalistas, democracia en serio, somos muchos, "no soy gorila, no soy golpista, no soy resentida, no pertenezco a la ultraderecha, no me descalifiques, reclamo democracia, honestidad, unión, diálogo con el disidente, que la justicia sea independiente", corrupción y democracia no pueden ir juntas, "lo único que necesitan los malos para triunfar es que los buenos no hagan nada", respeto a la constitución, etc.
De repente Paulina apareció casi enfrente de ella.
-      ¿Por qué tardaste tanto? ¿Qué te parece lo que estás viendo?
-      Todavía no termino de enterarme de qué se trata… ¿Es una demostración?
-      Sí, claro.
-       Vamos a ver si nos sentamos en algún lado… Iba a decir que en cualquier momento podía caer la cana y si estaban en un lugar cerrado tomando un cortado en jarrito tenían una coartada aable… Pero le pareció que Paulina se iba a reír de ella y rápidamente inventó: - tengo los pies que no doy más. Pero siguieron caminando un rato más en busca de un lugar donde sentarse. A Carmen le llamó la atención un grupo de personas que llevaban unos pasacalles que decía LIBERTAD. Detrás de ellos otro grupo que llevaban carteles individuales: uno por cada letra la L, la I. la B… Cosechaban muchos aplausos aunque por momentos algún cartel se quedaba mucho más atrás o mucho más delante de los demás Así en un momento parecía que el reclamo tenía algo que ver con IBERÁ o con BERTA… y se sonrió. Aparecieron otros ciudadanos indignados demandando SEGURIDAD. Esto era figurita repetida. Cada vez que alguien moría en un asalto, los amigos y los familiares se juntan para reclamar seguridad y justicia. A veces se reunían vecinos… A Carmen le parecía bien. Incluso no veía mal que en algunos casos los vecinos quemaran las pertenencias de un violador. Su razonamiento era simple: si nadie castiga a los violadores será señal que hay luz verde para ellos. Los malhechores no deben sentirse tranquilos. Una compañera del trabajo de Carmen tenía una prima cuya sobrina, menor de edad fue secuestrada y violada. Su madre la convenció que fueran a la comisaría a hacer la denuncia. En la comisaría escucharon su queja y luego le hicieron firmar un papel que luego supieron que no tenía valor legal ninguno. Los vecinos decían: “hay que hacer la denuncia pero no hay que quedarse en eso. Si el tipo es amigo o pariente del comisario, no pasa nada. Hay que buscarlo, quemarle la casa y echarlo del barrio…”, pero las demás cajeras del súper no estaban de acuerdo: “Esto sería como tomar la justicia en las propias manos. Esto sería el Far West.” Carmen pensaba, “y sin esto ¿cómo estamos?” Pero no se atrevió a contradecir a la mayoría por temor a que la aíslen.
Antes que pudiera hacer ningún comentario Paulina reconoció a su sobrino y la novia del mismo y los llamó a los gritos.
-       Yo sabía que no ustedes no iban a faltar – los saludó Paulina cuando los jóvenes se acercaron. – vengan, siéntense. Deben estar fusilados.
-       Sabías de nosotros más que nosotros mismos. La verdad que tengo mis dudas acerca de si estamos en el lugar correcto – dijo Cristian, el sobrino de Paulina
-       ¡Cómo! Si ustedes se la pasan despotricando contra Cristina y hay es la gran oportunidad de despotricar entre muchos…
-       Creo que fuiste vos la que dijo un día que no siempre el enemigo de mi enemigo es mi amigo – terció la novia y, ante la mirada atónita de Paulina,  agregó. – A no ser que creamos que la esencia del modelo propuesto por Cristina radique en quién lo ejecuta, los que tienen la voz cantante en esta marcha no son enemigos de Cristina. Son como los perros que ladran bastante para no tener que morder.
Una carcajada coronó la atmósfera que comenzaba a tornarse tensa. Con horror Carmen se reconoció como la insolente autora de la risa. Por una fracción de segundo le pareció que los tres pares de ojos que se fijaron en ella la iban a condenar al ostracismo eterno. Sintió pánico escénico. Por su memoria relampagueó el recuerdo del día que se atrevió a contradecir a la profesora de ERSA. Sus compañeras marcaron su diferencia con ella y la profe se burló “No querrás dar la clase vos ahora ¿o sí?”…
Como eco de aquellos días, sonó la voz de Paulina:
- No sabía que eras politóloga. ¿O te has vuelto trosca ahora?  
 Y luego las voces de los jóvenes:
- Pará, tía. No podés andar por la vida impartiendo tu verdad a todo el mundo.
- ¿Por qué no le dejan hablar a la señora?
- Carmen, terció Carmen.
- Dale, Carmen. Te reíste de eso de perros que ladran para no morder. Era porque sonaba ridículo o ¿Por qué?
Carmen llenó los pulmones de aire. Y dijo:
-      Me pareció genial. Un segundo de silencio y luego continuó con tono un tanto más vacilante… No, Paulina. No soy politóloga. No sé si eso es bueno o es malo. Creo que cuando todavía no había amainado el miedo producido por el genocidio, apareció la campaña de que los políticos son todos malos, la política es sucia, los partidos son todos verticalistas… Y  lo peor es que creímos como habíamos creído otras tantas pavadas. Y es por eso que yo y millones de otras como yo no entendemos nada de política. Pero hay cosas que son lo que mi abuela llamaba de sentido común. ¿Por qué se reprime algunas manifestaciones y otras no? ¿Por qué me hablan de la libertad si yo no soy libre ni siquiera de comprarme las pilchas que usan las modelos y no puedo ir de vacaciones ni a la costa del río porque todas estas cuestan plata que yo no gano a pesar de que me esmero y no falto casi nunca? ¿Porque cantan el himno y hablan de la libertad si la fragata Libertad está presa, confiscada por deudas que ni yo ni nade de mi entorno ha contraído? ¿Por qué me hablan se seguridad – que ojalá la tuviésemos – pero todavía no se sabe quién es el responsable de de Plaza Once? Y siguen desapareciendo mujeres como Marita Verón y toda investigación se corta cuando empiezan a tocar figurones. Y hay gente que se ponen contentos cuando se estrenan patrulleros nuevos en Vicente López o esta nueva forma de policía que no sé para que sirve en Capital si no hay quien nos proteja de los pungas en el subte. Y vos misma me contaste, Paulina, que hace poco la policía que no tenía medios para correr a los chorros reprimió a unos pibes que se oponían a no sé que negocio inmobiliario en la costa porque quería conservar esta costa libre y verde. Yo no tengo estudios. Terminé el Perito Mercantil cuando todavía se llamaba así y era título nacional. Con esto garantizo un trabajo que me permite poder ver programas en TV que en otros tiempos se habrían visto como una vergüenza. No, no soy politóloga, Paulina, ni lo quiero ser. Ni vos tampoco.
 Lentamente la calle se empezó a vaciar. Carmen hizo un gesto para llamar al mozo para pagar su café. Seguía hablando en voz cada vez más baja… perdonen mi atrevimiento pero yo en serio no entiendo nada de política, yo solo trabajo, miro y pienso y me guardo mis pensamientos porque… (Y acá su voz se quiebra) porque soy cagona y si uno no es rico no debe andar diciendo lo que piensa… Así que disculpen…
…………………….
En el camino a casa Carmen dormitó bastante porque se sentía cono avasallada por todo lo que pasó. El breve sueño hizo que el cansancio le cedió el lugar a una rara sensación muy parecida a la satisfacción. Ya le dejó de preocupar si su exabo de oratoria iba a hacer que Paulina no le hablase nunca más… ahora sabía que iba a hablar con sus compañeras del súper. En primer lugar con Mabel, porque es una piba solidaria aunque no lo proclama como solidad, simplemente te da una mano cuando la precisás. También hablaría con aquella compañera cuya parienta sufrió en carne propia los efectos de la inseguridad. Se dio cuenta que fue grosera al no haber nunca mostrado interés por saber como se resolvió el problema de aquella piba víctima de la violencia del género. Luego, si alguien mencionaba el programa de Tinelli y el debut de la sueca, ella contaría exactamente por qué no se quedó a ver el programa. Sonrió maliciosamente que esta sería una manera de hacerle saber a sus compañeras que aunque parezca tan poco interesante, hay quienes la invitan y casi sin quererlo le abren la posibilidad de poder explayarse. Es una Carmen casi feliz la que abre el grifo de la ducha en su departamentito. Y otra vez suena el teléfono.
Otra vez se siente tentada de dejarlo sonar pero al final, envuelta en una toalla de baño levanta el tubo mientras observa con desasosiego que está dejando pisadas de agua sobre el piso.
Es Paulina
-      Che, Carmen. Dice mi sobrino que yo te traté para la mierda y que te fuiste enculada y quiere que te invite a tomar mate. Él estudia Ciencias de la Comunicación y quiere ver de poder hacerte una entrevista…
-      Bueno, arreglá para el fin de semana que viene. Ahora dejame dormir que si no. mañana me echan… se ríe. También Paulina se ríe.
Es una Carmen totalmente feliz la que le sirve una bandejita de alimento balanceado a Franco se va a dormir.

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